Conrado

Allá
por la chacra de mis abuelos
donde las cuculíes llevan pantimedias más bermejas que una tuna
a menudo sobrevuelan los gavilanes
en busca de alguna gallina errante o un conejo despistado
con los cuales llenarle el buche a sus pichones
Situaciones así enfrentaba
a causa de estas diestras rapaces
día a día
mi pobre tía Rosenda
Ahorabien
no sé si ustedes saben
-o es una de las muchas cosas que por allá se inventan-
que cuando hay peligro de tal cacería
a los animales se les avisa con un:
"Walu-walu"
para que salgan esfumados
a sus madrigueras
Se vivía, pues, en continuo griterío
paratalefecto sabiamente mi tía
había adiestrado al bueno del Conrado
su loro cetrino
para que cumpla tan agitador papel
entre el menudo rebaño
Cómo no les digo que además
con los años y el mal uso de la libertad
Conrado adquirió unas feas manías
por ocio y soledad;
le gustaba oir las discusiones familiares de los vecinos
así como mirar telenovelas de 6 a 9 pe eme
horas en que no ejercía su oficio
Por ello aprendió a reprochar feamente
hasta el mínimo detalle a mi tía Rosenda
mas cuando era censurado por tales afrentas
tomaba extrañas posturas de agobio y ofensa
-influencia sin duda de la tele y la holganza-
por eso aquel día
que un gavilán se lo cargó
-porque en lugar de ejercer su ocupación
el condenado se encontraba confabulando libremente
con otras avechuchas en el maizal-
ni mis abuelos, los vecinos o mi tía
-que pese a todo heroicamente lo quería-
pudo tomar en serio sus lejanos gritos de auxilio
implorando que le peguen un certero tiro
a su garrudo homicida