julio 02, 2008

El increíble y poco comprendido negocio de las puertas

Burgos Mejía tiene un puesto
en la urbanización Manzanilla,
no es sencillo su negocio
pero como prometedor y ambicioso
difícil ingeniarse otro
Temprano
sobre la vereda al lado de la pista
pone el cartel con la siguiente vista:
Puertas, portones, pórticos
de lo caro a lo módico
Nada se ha visto en el negocio de la portería
si no se pasa por el negocio de Burgos Mejía
Ni qué decir, la clientela es exigente;
laca, repujados, mucho esmalte,
motivos ojivos y contraplacados elegantes,
manijas de cobre macizo
y un sinfín de complementos decorativos
También se ofrecen puertas de segunda
y aunque esta venta parezca burda
es el meollo de toda la barahúnda
Buen estado o malhadadas,
ni melamina ni acorazadas,
¡es la historia la que cuenta!;
de Dalí tenemos la puerta
el momento exacto que la cruzaba
usando de corbata una almohada
También, porsupuesto
el marco que mister Hyde atravesaba
para acometer contra quien se le cruzara
y detrás de algunas cuantas
está la entrada del fornicio que regentaba
Pilar Ternera, la cortesana
Así
entre alucinadas ventas
y formales ofertas
se pasaba la vida nuestro mercader
hasta que se dio cuenta
del hechizo de sus puertas:
Uno les pasa por debajo
y al instante arriba
al mundo original de la cancilla
Sin pensarlo dos veces aquel día
Burgos Mejía cerró cajones
liquidó ofertas
empacó una bermuda, dos camisas
y desempolvó un vano que atesoraba
del mítico Cirque du Soleil

1 comentario:

aroldo dijo...

talvez la boca sea la puerta
;una transparente

un umbral hacia otro lado



saludos